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Domingo F. Sarmiento

primeros años de Quiroga, estos datos curiosos: «que no era ladrón antes de figurar como hombre público; que nunca robó, aun en sus mayores necesidades; que no sólo gustaba de pelear, sino que pagaba por hacerlo, y por insultar al más pintado; que tenía mucha adversión á los hombres decentes»; que no sabía tomar licor nunca; que de joven era muy reservado, y no sólo quería infundir miedo, sino aterrar, para lo que hacía entender á los hombres de su confianza, que tenía agoreros ó era adivino; que con los que lenía relación los trataba como esclavos; que jamás se ha confesado, rezado, ni oído misa»; que cuando estuvo de general, lo vió una vez en misa; que él mismo le decía que no creía en nada.» El candor con que estas palabras están escritas, revela su verdad.

Toda la vida pública de Quiroga me parece resumida en estos datos. Veo en ellos el hombre grande, el hombre genio, á su pesar, sin saberlo él, el César, el Tamerlán, el Mahoma. Ha nacido así y no es culpa suya; se abajará en las escalas sociales para mandar, para dominar, para combatir el poder de la ciudad, la partida de la policia. ¡Si le ofrecen una plaza en los ejércitos, la desdeñará, porque no tiene paciencia para aguardar los ascensos, porque hay mucha sujeción, muchas trabas puestas á la independencia individual; hay generales que pesan sobre él, hay una casaca que oprime el cuerpo y una táctica que regla los pasos; todo esto es insufrible! La vida de á caballo, la vida de peligros y emociones fuertes, han acerado su espíritu y endurecido su corazón; tiene odio invencible, instintivo, contra las leyes que lo han perseguido, contra los jueces que lo han condenado, contra toda esa sociedad y esa organización de que se ha substraído desde la infancia, y que lo mira con prevención y menosprecio. Aquí se eslabona insensiblemente el lema de este capítulo: es el hombre de la naturaleza que no ha aprendido aún á contener ó á disfrazar sus pasiones; que las muestra en toda su energía, entregándose á toda su impetuosidad». Este es el carácter del género humano, y así se muestra en las campañas pastoras de la República Argentina. Facundo es un tipo de la barbarie primitiva; no conoció sujeción de ningún género; su cólera era la de las fieras; la melena de sus renegridos y ensortijados cabellos caía sobre su frente y sus ojos en guedejas, como