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Domingo F. Sarmiento

desmontóse y alargando la mano sobre el grupo que rodoeada al tallador, puso sus sesenta pesos á una carta; perdiólos, y montó de nuevo, marchando sin dirección fija, hasta que á poco andar, un juez Toledo, que acertaba á pasar á la sazón, lo detuvo para pedirle su papeleta de conchavo.Facundo aproximó su caballo en ademán de entregársela, afectó buscar algo en su bolsillo, y dejó tendido al juez de una puñalada. ¿Se vengaba en el juez de la reciente pérdida? ¿Quería sólo saciar el encono de gaucho malo contra la autoridad civil y añadir este nuevo hecho al brillo de su naciente fama? Lo uno y lo otro. Estas venganzas sobre el primer objeto que se presentaba, son frecuentes en su vida. Cuando se apellidaba general y tenía coroneles á sus órdenes, hacía dar en su casa en San Juan doscientos azotes á uno de ellos por haberle ganado mal, decía; á un joven doscientos azotes por haberse permitido una chanza en momentos en que él no estaba para chanzas; á una mujer en Mendoza que le había dicho al paso adiós, mi general», cuando él iba enfurecido porque no había conseguido intimidar á un vecino tan pacífico, tan juicioso, como era valiente y gaucho, doscientos azotes.

Facundo reaparece después en Buenos Aires, donde en 1810 es enrolado como recluta en el regimiento de «Arribeños» que manda el general Ocampo, su compatriota, después presidente de Charcas. La carrera gloriosa de las armas se abría para él con los primeros rayos del sol de Mayo; y no hay duda que con el temple de alma de que estaba dotado, con sus instintos de destrucción y carnicería, Facundo, moralizado por la disciplina y ennoblecido por la sublimidad del objeto de la lucha, habría vuelto un día del Perú, Chile ó Bolivia, uno de los generales de la República Argentina, como tantos otros valientes gauchos que principiaron su carrera desde el humilde puesto de soldado. Pero el alma rebelde de Quiroga no podía sufrir el yugo de la disciplina, el orden del cuartel, ni la demora de los ascensos. Se sentía llamado á mandar, á surgir de un golpe, á crearse él solo, á despecho de la sociedad civilizada, en hostilidad con ella, una carrera á si modo, asociando el valor y el crimen, el gobierno y la desorganización. Más tarde fué reclutado para el ejército de los Andes, y enrolado en los "Granaderos