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Domingo F. Sarmiento

del siglo XVIII, y las traducciones de las mejores obras griegas y latinas. Yo no he tenido otra instrucción hasta el año 36, que la que esas ricas, aunque truncas bibliotecas, pudieron proporcionarme. Era tan rica San Juan en hombres de luces el año 1825, que la sala de representantes contaba con seis oradores de nota. ¡Los miserables aldeanos que hoy (1854) deshonran la sala de representantes de San Juan, en cuyo recinto se oyeron oraciones tan elocuentes y pensamientos tan elevados, que sacudan el polvo de las actas de aquellos tiempos, y huyan avergonzados de estar profanando con sus diatribas aquel augusto santuario!

DOMINGO F. SARMIENTO.

Los juzgados, el ministerio, estaban servidos por letrados, y quedaba suficiente número para la defensa de los intereses de las partes.

La cultura de los modales, el refinamiento de las costumbres, el cultivo de las letras, las grandes empresas comerciales, el espíritu público de que estaban animados los habitantes, todo anunciaba al extranjero la existencia de una sociedad culta, que caminaba rápidamente á elevarse á un rango distinguido, lo que daba lugar para que las prensas de Londres divulgasen por América y Europa este concepto honroso: ... «manifiestan las mejores disposiciones para hacer progreso en la civilización; en el día se considera á este pueblo como el que sigue á Buenos Aires más inmediatamente en la marcha de la reforma social: allí se han adoptado varias de las instituciones nuevamente establecidas en Buenos Aires, en proporción relativa; y en la reforma eclesiástica han hecho los sanjuaninos progresos extraordinarios, incorporando todos los regulares al clero secular, y extinguiendo los conventos que aquellos tenían...» Pero lo que dará una idea más completa de la cultura de entonces, es el estado de la enseñanza primaria.

Ningún pueblo de la República Argentina se ha distinguido más que San Juan en su solicitud por difundirla, ni hay otro que haya obtenido resultados más completos.

No satisfecho el gobierno de la capacidad de los hombres de la provincia para desempeñar cargo tan importante, mandó traer de Buenos Aires el año 1815 un sujeto que reuniese, á una instrucción competente, mucha moralidad. Vinieron unos señores Rodríguez, tres hermanos dignos de rolar con las primeras familias el país, y en las que