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Domingo F. Sarmiento

DOMINGO F. SARMIENTOépoca dada tantos hombres eminentes é ilustrados, es necesario que las luces hayan estado difundidas sobre un número mayor de individuos y sido respetadas y solicitadas con ahinco. Si en los primeros días de la revolución sucedía esto, ¿cuál no debiera ser el acrecentamiento de luces, riqueza y población que hoy día debería notarse, si un espantoso retroceso á la barbarie no hubiese impedido á aquel pobre pueblo continuar su desenvolvimiento?

¿Cuál es la ciudad chilena, por insignificante que sea, que no pueda enumerar los progresos que ha hecho en diez años, en ilustración, aumento de riqueza y ornato, sin excluir aún de este número las que han sido destruidas por los terremotos?

Pues bien: veamos el estado de La Rioja, según las soluciones dadas á uno de los muchos interrogatorios que he dirigido para conocer á fondo los hechos sobre que fundo mis teorías. Aquí es una persona respetable la que habla, ingnorando siquiera el objeto con que interrogo sus recientes recuerdos, porque sólo hace cuatro meses que dejó La Rioja. (1) ¿A qué número ascenderá aproximativamente la población actual de la ciudad de La Rioja?

R. Apenas mil quinientas almas. Se dice que sólo hay quince varones residentes en la ciudad.

¿Cuántos ciudadanos notables residen en ella?

R. En la ciudad serán seis ú ocho.

¿Cuantos abogados tienen estudios abiertos?

R. Ninguno.

¿Cuántos médicos asisten á los enfermos?

R. Ninguno.

¿Qué jueces letrados hay?

R. Ninguno.

¿Cuántos hombres visten de frac?

R. Ninguno.

¿Cuántos jóvenes riojanos están estudiando en Córdoba ó Buenos Aires?

R. Sólo sé de uno.

¿Cuántas escuelas hay, y cuántos niños asisten?

R. Ninguna.

(1) El doctor don Manuel Ignacio Castro Barros, canónigo de la Catedral de Córdoba.