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Facundo

zación europea, que concluirá al fin por educar á Rosas, y contener sus instintos sanguinarios y bárbaros. El alpuesto que ocupa, europeos, la necesidad en que se ha visto de respetar á los extranjeros, la de mentir por la prensa, y negar las atrocidades que ha cometido, & fin de salvarse de la reprobación universal que lo persigue, todo, en fin, contribuirá á contener sus desafueros, como ya se está sintiendo; sin que eso estorbe que Buenos Aires venga á ser, como la Habana, el pueblo más rico de América, pero también el más subyugado y más degradado.

Cuatro son las ciudades que han sido aniquiladas ya por el dominio de los caudillos que sostienen hoy á Rosas, á saber: Santa Fe, Santiago del Estero, San Luis y La Rioja, Santa Fe, situada en la confluencia del Paraná, y otro río navegable que desemboca en sus inmediaciones, es uno de los puntos más favorecidos de la América, y sin embargo, no cuenta hoy con dos mil almas; San Luis, capital de una provincia de cincuenta mil habitantes, y donde no hay más ciudad que la capital, no tiene mil quinientas.

FACUNDO Para hacer sensible la ruina y decadencia de la civilización y los rápidos progresos que la barbarie hace en el interior, necesito tomar dos ciudades; una ya aniquilada, la otra caminando sin sentirlo á la barbarie: La Rioja y San Juan. La Rioja no ha sido en otro tiempo una ciudad de primer orden; pero, comparada con su estado presente, la desconocerán sus mismos hijos. Cuando principió la revolución de 1810, contaba con crecido número de capitalistas y personajes notables que han figurado de un modo distinguido en las armas, en el foro, en la tribuna, en el púlpito. De La Rioja ha salido el doctor Castro Barros, diputado al Congreso de Tucumán y canonista célebre; el general Dávila, que libertó á Copiapó del poder de los españoles en 1817; el general Ocampo, presidente de Charcas; el doctor don Gabriel Ocampo, uno de los abogados más célebres del foro argentino y un crecido número de abogados del apellido de Ocampo, Dávilo y García, que existen hoy desparramados por el territorio chileno, como varios sacerdotes de luces, entre ellos el doctor Gordillo, residente en el Huasco.

Para que una provincia haya podido producir en una