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Domingo F. Sarmiento

BA listas y patriotas; esta fuerza que se separa, es heterogénea; la sociedad que la encierra no ha conocido hasta entonces su existencia, y la revolución sólo ha servido para que se muestre y desenvuelva.

Este era el elemento que el célebre Artigas ponía en movimiento; instrumento ciego, pero lleno de vida, de instintos hostiles á la civilización europea y á toda organización regular, adverso á la monarquía como á la república, porque ambos venían de la ciudad, y traían aparejado un orden y la consagración de la autoridad. ¡De este instrumento se sirvieron los partidos diversos de las ciudades cultas, y principalmente el menos revolucionario, hasta que, andando el tiempo, los mismos que lo llamaron en su auxilio, sucumbieron, y con ellos la ciudad, sus ideas, su literatura, sus colegios, sus tribunales, su civilización!

DOMINGO F. SARMIENTO Este movimiento espontáneo de las campañas pastoriles fué tan ingenuo en sus primitivas manifestaciones, lan genial y tan expresivo de su espíritu y tendencias, que abisma hoy el candor de los partidos de las ciudades que lo asimilaron á su causa y lo bautizaron con los nombres políticos que á ellos los dividían. La fuerza que sostenía á Artigas en Entre Ríos, era la misma que en Santa Fe á López, en Santiago á Ibarra, en los Llanos á Facundo. El individualismo constituía su esencia, el caballo su arma exclusiva, la pampa inmensa su teatro.

Las hordas beduinas que hoy importunan con sus algaradas y depredaciones las fronteras de la Argelia, dan una idea exacta de la montonera argentina, de que se han servido hombres sagaces ó malvados insignes. La misma lucha de civilización y barbarie de la ciudad y el desierto existe en Africa; los mismos personajes, el mismo espiritu, la misma estrategia indisciplinada, entre la horda y la montonera. Masas inmensas de jinetes vagando por el desierto, ofreciendo el combate á las fuerzas disciplinadas de las ciudades, si se sienten superiores en fuerza; disipándose como las nubes de cosacos, en todas direcciones, si el combate es igual siquiera, para reunirse de nuevo, caer de improviso sobre los que duermen, arrebatarles los caballos, malar á los rezagados y á las partidas avanzadas; presentes siempre, intangibles por su falta de cohesión, débiles en el combate, pero fuertes é invenci-