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Domingo F. Sarmiento

allí lo acoge el respeto ó la compasión. Si la justicia le da alcance, no es raro que haga frente, y si "corre á la partida», adquiere un renombre desde entonces, que se dilata sobre una ancha circunferencia. Transcurre el tiempo, el juez ha sido mudado, y ya puede presentarse de nuevo en su pago sin que se proceda á ulteriores persecuciones; está absuelto. Matar es una desgracia, á menos que el hecho se repita tantas veces, que inspire horror el contacto del asesino. El estanciero don Juan Manuel Rosas, antes de ser hombre público, había hecho de su residencia una especie de asilo para los homicidas, sin que jamás consintiese en su servicio á los ladrones; preferencias que se explicarían fácilmente por su carácter de gaucho propietario, si su conducta posterior no hubiese revelado afinidades que han llenado de espanto al mundo.

DOMINGO F. SARMIENTO En cuanto á los juegos de equitación, bastaría indicar uno de los gauchos en que se ejercitan, para juzgar del arrojo que para entregarse á ellos se requiere. Un gaucho pasa á todo escape por enfrente de sus compañeros. Uno le arroja un tiro de bolas que en medio de la carrera maniata el caballo. Del torbellino de polvo que levanta éste al caer, vése salir al jinete corriendo seguido del caballo, á quien el impulso de la carrera interrumpida hace avanzar obedeciendo á las leyes de la física. En este pasatiempo se juega la vida y á veces se pierde.

¿Creeráse que estas proezas, la destreza y la audacia en el manejo del caballo, son las bases de las grandes ilustraciones que han llenado con su nombre la República Argentina, y cambiando la faz del país? Nada es más cierto, sin embargo. No es mi ánimo persuadir que el asesinato y el crimen hayan sido siempre una escala de ascenso. Millares son los valientes que han parado en bandidos obscuros; pero pasan de centenares los que á estos hechos han de bido su posición. En todas las sociedades despotizadas las grandes dotes naturales van á perderse en el crimen; el genio romano que conquistara el mundo, es hoy el terror de los Lagos Pontinos, y los Zumalacárregui, los Mina, españoles, se encuentran á centenares en Sierra Leona, Hay una necesidad para el hombre de desenvolver sus fuerzas, su capacidad y ambición, que cuando faltan los medios legítimos, él se forja un mundo con su moral y sus leyes aparte, y en él se complace en mostrar que había nacido Napolcón ó César.

Con esta sociedad, pues, en que la cultura del espíritu