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Domingo F. Sarmiento

DOMINGO F. SARMIENTO necer en indispensable un rudimento de villa que les sirva de centro. Por otra parte, los cuidados y faenas que la labranza exige, requieren tal número de brazos, que la ociosidad se hace imposible, y los varones se ven forzados á permael recinto de la heredad. Todo lo contrario sucede en esta singular asociación Los ilmites de la propiedad no están marcados; los ganados, cuanto más numerosos son, menos brazos ocupan; la mujer se encarga de todas las faenas domésticas y fabriles; el hombre queda desocupado, sin goces, sin ideas, sin atenciones forzosas; el hogar doméstico le fastidia, lo expele, digámoslo así. Hay necesidad, pues de una sociedad ficticia para remediar esta desasociación normal. El hábito contraído desde la infancia de andar á caballo, es un nuevo estímulo para dejar la casa. Los niños tienen el deber de echar caballos al corral apenas sale el sol; y todos los varones, hasta los pequeñuelos, ensillan su caballo, aunque no sepan qué hacerse. El caballo es una gran parte integrante del argentino de los campos; es para él lo que la corbata para los que viven en el seno de las ciudades. El año 41 el Chacho, caudillo de los Llanos, emigró á Chile. — ¿Cómo le va, amigo? le preguntaba uno.

¡Cómo me ha de ir! contestó con el acento del dolor y de la melancolía, ¡en Chile y á pie! Sólo un gaucho argentino sabe apreciar todas las desgracias y todas las anguslias que estas dos frases expresan.

Aquí vuelve á aparecer la vida árabe, tártara. Las siguientes palabras de Victor Hugo parecen escritas en la Pampa: «No podría combatir á pié; no hace si no una sola persona en su caballo. Vive á caballo; trata, compra y vende á caballo; bebe, come, duerme y sueña a caballo».

Salen, pues, los varones sin saber fijamente adónde.

Una vuelta a los ganados, una visita á una cría ó á la querencia de un caballo predilecto, invierte una pequeña parte del día; el resto lo absorbe una reunión en una venta ó pulpería». Allí concurre cierto número de parroquianos de los alrededores; alli se dan y adquieren las noticias sobre los animales extraviados; trázanse en el suelo las marcas del ganado; sábese dónde caza el tigre, donde se le han visto los rastros al león; allí se arman las carreras, se reconocen los mejores caballos; allí, en fin, está el cantor; allí se fraterniza por el circular de la copa y las prodigalidades de los que poseen.

En esta vida tan sin emociones el juego sacude los