Página:Facundo - Domingo Faustino Sarmiento.pdf/44

Esta página no ha sido corregida
44
Domingo F. Sarmiento

abandonado, ó un simple animal muerto. El baquiano conoce la distancia que hay de un lugar á otro; los días y las horas necesarias para llegar á él, y á más, una senda extraviada é ignorada por donde se puede llegar de sorpresa y en la mitad del tiempo; así es que las partidas de montoneras emprenden sorpresas sobre pueblos que están á cincuenta leguas de distancia, que casi siempre las aciertan. ¿Creeráse exagerado? ¡No! El general Rivera, de la Banda Oriental, es un simple baquiano que conoce cada árbol que hay en toda la extensión de la República del Uruguay. N la hubieran ocupado los brasileños sin su auxilio, y no la ubieran libertado sin él los argentinos. Oribe, apoyado por Ro sas, sucumbió después de tres años de lucha con el general baquiano, y todo el poder de Buenos Aires, hoy con sus numerosos ejércitos que cubren toda la campaña del Uruguay, puede desaparecer destruído á pedazos, por una sorpresa, por una fuerza cortada mañana, por una victoria que él sabrá convertir en su provecho, por el conocimiento de algún caminito que cae á retaguardia del enemigo, ó por otro accidente inadvertido ó insignificante..

El general Rivera principió sus estudios del terreno el año 1804, y haciendo la guerra á las autoridades, entonces como contrabandista, los contrabandistas después como empleado, al rey en seguida como patriota, á los patriotas más tarde como montonero, á los argentinos como jefe brasileño, á éstos como general argentino, á Lavalleja como presidente, al presidente Oribe como jefe proscripto, & Rosas, en fin, aliado de Oribe, como general oriental, ha tenido sobrado tiempo para aprender un poco de ciencia del baquiano.

«El Gaucho Malo», este es un tipo de ciertas localidades, un "outlaw», un «squatter», un misantropo particular. Es el «Ojo del Halcón», el «Trampero» de Cooper, con toda su ciencia del desierto, con toda su aversión á las poblaciones de los blancos; pero sin su moral natural y sin sus conexiones con los salvajes. Llámanle el Gaucho Malo, sin que este epiteto le desfavorezca del todo. La justicia lo persigue desde muchos años; su nombre es temido, pronunciado en voz baja, pero sin odio y casi con espeto. Es un misterioso; mora en la pampa, son su albergue los cardales; vive de perdices y umulitas»; si alguna vez quiere regalarse con una lengua, enlaza una vaca, la voltea solo, la mata, saca su bocado predilecto, y abandona lo demás á las aves montecinas. De repente se presenta el Gaucho Malo en un