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Domingo F. Sarmiento

DOMINGO F. BARMIENTO dlas y favorecidas por las masas mismas que ensayan su áspera musa en composiciones líricas y poéticas. El joven Echeverría residió algunos meses en la campaña en 1840, y la fama de sus versos sobre la pampa le había precedido ya; los gauchos lo rodeaban con respeto y afición, y cuando un recién venido mostraba señales de desdén hacia el «cajetillan, alguno le insinuaba al oído: es poetan, toda prevención hostil cesaba al oir este título privilegiado.

Sabido es, por otra parte, que la guitarra es el instrumento popular de los españoles, y que es común en América. En Buenos Aires, sobre todo, está todavía muy vivo el tipo popular español, el «majo». Descúbresele en el compadrito de la ciudad y en el gaucho de la campaña. El jaleo» español vive en el «cielito»; los dedos sirven de castañuelas. Todos los movimientos del compadrito revelan al majo; el movimiento de los hombres, los ademanes, la colocación del sombrero, hasta la manera de escupir por entre los colmillos, todos es un andaluz genuino.

Del centro de estas costumbres y gustos generales se levantan especialidades notables, que un día embelleccrán y darán un tinte original al drama y al romance nacional.

Yo quiero sólo notar aquí algunos que servirán para completar la idea de las costumbres, para trazar en seguida el carácter, causas y efectos de la guerra civil.

El más conspicuo de todos, el más extraordinario, es el «rastreador». Todos los gauchos del interior son rastreadores. En llanuras tan dilatadas en donde las sendas y caminos se cruzan en todas direcciones, y los campos en que pacen o transitan las bestias son abiertos, es preciso saber seguir las helias de un animal, y distinguirlas de entre mil; conocer si va despacio o ligero, suelto ó tirado, cargado ó de vacio. Esta es una ciencia casera y popular.

Una vez caía yo de un camino de encrucijada al de Buenos Aires, y el peón que me conducía echó, como de costumbre, la vista al suelo. «Aquí va, dijo luego, una mulita mora, muy buena...... esta es la tropa de don N. Zapata...... es de muy buena silla...... va ensillada...... ha pasado ayern.... Este hombre venía de la sierra de San Luis, la tropa volvía de Buenos Aires, y hacía un año que él había visto por última vez la mulita mora cuyo rastro estaba confundido con el de toda una tropa en un sendero de dos pies de ancho. Pues esto que parece increible, es con todo, la ciencia vulgar; éste era un peón de arria, y no un rastreador de profesión.