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Domingo F. Sarmiento

Así, en materia de caminos, la naturaleza salvaje dará la ley por mucho tiempo, y la acción de la civilización permanecerá débil é ineficaz.

Esta extensión de las llanuras imprime, por otra parte, á la vida del interior cierta tintura asiática que no deja de ser bien pronunciada. Muchas veces, al salir la luna tranquila y resplandeciente por entre las hierbas de la tierra, la he saludado maquinalmente con estas palabras de Volney en su descripción de las Ruinas: «La pleine lune á l'Orient s'élevait sur un fond bleuâtre aux plaines rives de l'Euphraten. Y en efecto, hay algo en las soledades argentinas que trae á la memoria las soledades asiáticas; alguna analogía encuentra el espíritu entre la pampa y las llanuras que median entre el Tigris y el Eufrates; algún parentesco en la tropa de carretas solitaria que cruza nuestras soledades para llegar al fin de una marcha de meses, á Buenos Aires, y la caravana de camellos que se dirige hacia Bagdad ó Esmirna. Nuestras carretas viajeras son una especie de escuadra de pequeños bajeles, cuya gente tiene costumbres, idiomas y vestidos peculiares que la distinguen de los otros habitantes, como el marino se distingue de los hombres de tierra.

Es el capataz un caudillo, como en Asia el jefe de la caravana; necesitase para este destino una voluntad de hierro, un carácter arrojado hasta la temeridad, para contener la audacia y turbulencia de los filibusteros de tierra que ha de gobernar y dominar él solo en el desamparo del desierto. A la menor señal de insubordinación, el capataz enarbola si chicote de hierro, y descarga sobre el insolente golpes que causan contusiones y heridas; si la resistencia se prolonga, antes de apelar á las pistolas, cuyo auxilio por lo general desdeña, salta del caballo con el formidable cuchillo en mano y reivindica bien pronto su autoridad por la superior destreza con que sabe manejarlo.

El que muere en estas ejecuciones del capataz, no deja derecho á ningún reclamo, considerándose legitima la autoridad que lo ha asesinado.

Así es como en la vida argentina empieza á establecerse por estas peculiaridades el predominio de la fuerza brutal, la preponderancia del más fuerte, la autoridad sin límites y sin responsabilidad de los que mandan, la justicia administrada sin formas y sin debate. La tropa de carretas lleva además armamento, un fusil ó dos por carreta, y á veces un cañoncito giratorio en la que va á la delantera. Si los bárba-