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Facundo

sar por Atiles, campamento general, uno de los Villafañes le dijo con el acento de la compasión, del temor y la súplica: ¿Hasta cuándo, mi general? No sea usted bárbaro, contestó Quiroga, ¿cómo me rehago sin esto?» — He aqui un sistema todo entero: el terror sobre el ciudadano, para que abandone su fortuna; el terror sobre el gaucho, para que con su brazo sostenga una causa que ya no es la suya; el terror suple á la falta de actividad y trabajo para administrar, suple al entusiasmo, suple á la estrategía, suple & todo. Y no hay que alucinarse; el terror es un medio de gobierno que produce mayores resultados que el patriotismo y la spontaneidad. La Rusia lo ejercita desde los tiempos de Iván, y ha conquistado todos los pueblos bárbaros; los bandidos de los bosques obedecen al jefe que tiene en su mano esta conyunda que domeña las cervices más altivas. Es verdad que degrada á los hombres, los empobrece. les quita toda elasticidad de ánimo, que un día, en fin, arranca á los Estados lo que habrían podido dar en diez años; pero ¿qué importa todo esto al czar de las Rusias, al jefe de bandidos, ó al caudillo argentino?

FACUNDO Un bando de Facundo ordenó que todos los habitantes de la ciudad de La Rioja emigrasen á los Llanos so pena de la vida, y esta orden se cumplió al pie de la letra. El enemigo implacable de la ciudad» temía no tener tiempo suficiente para ir matando poco a poco, y le da el golpe de gracia. ¿Qué motiva esta inútil emigración? ¿Temia Quiroga? ¡Oh, sí, temía en este momento! En Mendoza levantaban un ejército los unitarios que se habían apoderado del gobierno: Tucumán y Salta estaban al Norte, y al Oriente Córdoba, la Tablada y Paz: estaba, pues, cercado, y una batida general podía al fin «empacar» al Tigre de los Llanos.

Facundo había hecho alejar sus ganados hacia la cordillera, mientras que Villafañe acudía á Mendoza con fuerzas en apoyo de los Aldaos, y él aglomeraba sus nuevos reclutas en Atiles. Estos terroristas tienen también sus momentos de terror; Rosas también lloraba como un chíquillo y se daba contra las murallas cuando supo la revolución de Chascomús, y once enormes baules entraban en su casa para recoger sus efectos y embarcarse, una hora antes de que le llegara la noticia del triunfo de Alvarez.