Las consonantes son: ch, d, f (v), ŋ, k, l, l·, ll, m, n, n·, ñ, p, q, r, s, sh, t, tr, w, y.
La ch tiene sonido suave como en castellano; a ella se opone la letra compleja tr con un sonido parecido, pero muy fuerte.
La d tiene un sonido que varía entre la d castellana[1] y la th inglesa.
La f es sustituida en algunas comarcas por la v bilabial fricativa.
La ŋ es ng alemana; por falta de un tipo especial la expresamos por una ú ó ù inversa, y la mayúscula de la misma manera, es decir: Ŋ.
La letra k sustituye la c (cuando precede á una vocal llena), y la q (delante de las vocales débiles); v. g: ka, ke, ki, ko, ku, kù, kə.
Las letras l· y n· tienen la particularidad de que al pronunciarlas se asoma la punta de la lengua algo entre los dientes casi cerrados. Es muy difícil percibir la diferencia con la l y n, por lo cual no pueden evitarse equivocaciones.
Ll y ñ figuran también al final de sílabas después de una vocal; v. g.: iñ, makuñ, pillañ, pùñmo, fill, chamall, ùllkun. Se pronuncian tocando el paladar con la parte media de la lengua. Oyese entonces una i muy corta antes de la ñ ó ll.
Sh es como j francesa.
Respecto de la letra t observamos que algunos escritores distinguen una t particular, cuyo sonido es producido apretando más detenidamente que de ordinario la lengua contra la alveola; por eso escriben, p. e.: fottəm, fentte.
Tr véase arriba en ch.
W pronúnciese siempre como una u corta, no acentuada[2].
Y desempeña siempre la función de consonante.
- ↑ pero no la d de Baviera, que es casi t.
- ↑ En esta obra hemos hecho más uso de la w que en las precedentes; p. e. ya no escribimos miaun, sino miawn, por ser palabra terminada en dos consonantes, entre las cuales se percibe claramente la e muda (ə).—La partícula de transición refleja no es simplemente u, como aparece en las gramáticas, sino de ordinario uw; v. g.: wəluwn (entregarse), que ha de pronunciarse de la misma manera que miawn.