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VI
PROLOGO

tañas, de manera que á quien la posea le parecerá ver las demás como de lejos y bajo sus piés, conociendo claramente cuánto en aquellas hay de superfluo y cuánto les falta, y con cuánto derecho puede reconvenir á cualquiera que no sea araucano: „Si el idioma tuyo es bueno, el de los araucanos tiene la preferencia etc. etc.“

Aunque nuestro libro en primer lugar tiene el ya mencionado objeto, podemos aseverar con confianza que también bajo otro aspecto ofrece no poco de interesante y nuevo. Porque en él el mismo araucano da noticias sobre sus creencias y costumbres, sobre su carácter, sus inclinaciones y facultades mentales. Esta nación, hoy día tan despreciada por cierta clase de personas que desean y proponen el secuestro de sus bienes y hasta el exterminio de su raza, esta nación vive, piensa, ama, tiene sus leyes tradicionales, sus ideas religiosas, su culto, poesía, elocuencia, sus canciones, su música, sus artes, sus fiestas y juegos, su vida cívica, sus pasiones y virtudes. Aunque nuestra colección no alcanza ni de lejos á extenderse á todas sus costumbres, no dejará de convencer al lector despreocupado, de que el araucano no es el hombre brutal cual se muestra en las cantinas de la Frontera, donde de los pechos de la decantada civilización chupa el veneno mortal que destruye su raza. Al juzgar sobre el derecho de existencia se suele tomar como piedra de toque la cuestión: „¿De qué sirve el indio para el acrecentamiento de la riqueza nacional?“. Este criterio es enteramente falso. También los antiguos Germanos eran perezosos. ¿No yacían ellos sobre sus pieles de osos y bebían su aloja? Y ¿qué se ha hecho de ellos, no tanto por su propia iniciativa, sino principalmente mediante el poderoso influjo de la cultura romana? La respuesta es innecesaria. Pero ¿no se han empleado métodos científicos para estudiar las facultades mentales de los indios, y no ha sido el resultado que ellas son inferiores á las de los chilenos de raza española? No queremos hacer la crítica de estos métodos ni de sus aplicaciones prácticas: también sin aquellos métodos uno puede formarse opinión de las aptitudes de los araucanos; y la nuestra es que ellos tienen todas las disposiciones indispensables para el progreso de una nación en el sentido de la cultura y civilización. Hay que evitar los extremos y las exageraciones: ni una admiración excesiva, ni un desprecio infundado de este pueblo conducen á la realidad de los hechos. Encuéntrase entre los araucanos toda clase de caracteres, é individuos de aptitudes muy