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PROLOGO Y ADVERTENCIAS PRELIMINARES.

I. OBJETO Y FIN DE LA OBRA.

La impresión de la presente obra se ha efectuado por orden y bajo la protección del M. R. P. Burcardo de Roettingen, Prefecto Apostólico de las Misiones Capuchinas de la Araucanía: habiendo sido el motivo primario para ello, poner en manos de los P. P. Misioneros unos Textos escritos en legítimo araucano, en los cuales pudieran encontrar, para el más fácil y correcto aprendizaje de dicho idioma, la aplicación práctica de las reglas de la gramática[1]).

Ciertamente poseemos ya para dicho objeto un interesante libro en los "Estudios Araucanos" por el Dr. Rodolfo Lenz; sin embargo cada libro trae algo de nuevo, y sería muy de nuestro gusto poseer muchas publicaciones semejantes para aclarar todas las oscuridades del idioma y darles su explicación gramatical. Además, como nuestras Lecturas no constan solamente de cuentos, sino que versan sobre muy variadas materias, presentan también un lenguaje especial y expresiones y giros particulares y nuevos.

Pocos hay quienes se toman el trabajo de penetrarse bien del idioma araucano, y es innegable que su aprendizaje no tiene utilidad práctica sino para los Misioneros y para aquellos comerciantes que quieren atraer una gran clientela de indígenas; sin embargo merece su conocimiento en alto grado la propagación entre los círculos científicos, no dejando entonces de conquistarse la admiración de los lingüistas, por su sencilla y lógica estructura, la riqueza de sus formas verbales, la precisión y claridad de dicción y la facilidad con que da expresión á todo modo de pensar y sentir. Era un profundo pensador, no un entusiasta iluso, quien dijo antiguamente[2]):..... La lengua de los araucanos, aunque lo es de bárbaros, no solamente no es bárbara, sino que aventaja á las demás lenguas así como los Andes sobresalen entre las demás mon-

  1. Por eso hemos admitido también en nuestra colección unas composiciones desprovistas de todo valor literario, y que han de servir únicamente para aquellos que aprendan el idioma; y otras sólo han de demostrar el lujo de expresiones verbales de que dispone éste mismo.
  2. P. Bernardo Havestadt S. J, en el prólogo de su gramática.