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ELEGÍAS

Concedemos que hay padres de familias más decentes que para dar su consentimiento toman también en consideración la voluntad de sus hijas.

En la canción que sigue, el joven que trae sus animales para llevarse la niña, es del gusto de su escogida y ella no tiene otro reparo que la gran distancia que le separará de sus padres. Recurre á su modestia que la hace ver sus cualidades personales muy inferiores á las del joven, manifiesta sus temores de padecer tal vez entre gente desconocida: pero su madre facilmente la hace consentir, imponiéndole su voluntad y prometiéndole un hermanito por compañero. Por fin la joven se consuela con la voluntad de Dios que la ha dado la suerte de mujer.

En la melodía de esta canción, que nos hicimos cantar algunas veces, se da a conocer muy bien que cada verso tiene la medida en que lo presentamos. Los versos son veintiocho y se repite la melodía cada dos versos, sin que el cambio de la persona ocasione alteración de este orden, pues una misma persona desempeña el papel de madre e hija, aunque a veces lo cantan con papeles repartidos para aprender la canción. Coro de cantores no hay entre los indígenas, todo canto es ejecutado por una sola persona.

Madre:
Epe wùn· ŋa, shaŋípuñ[1] Poco antes de amanecer ó á media noche
¿Wùtrametulaimi rume?[2] ¿Ni siquiera te levantaste?
Hija:
Wùtramefuñ, trekatripamefuñ Me levanté, salí, dí unos pasos
Wekun ta ruka. Fuera de la casa:
Pelafiñ chem no rume, Pero no ví nada,
Chem no rume truùrùlafui[3] Ni un murmullo hízose sentir[3]
Madre:
Féola kùpai mi kulliñmaŋen, Ahora se ha venido á pagar por ti,
Amoalmi. Por si te vas.
  1. =raŋipun· en prosa.
  2. _Verso 1 Casi alba, media noche,
    Verso 2 ¿No te levantaste a lo menos?
  3. 3,0 3,1 Literalm. Nada hizo murmullos.