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APENDICE

misterio é incomprensible. Mas les faltaba la buena voluntad. No querían abandonar sus costumbres y en consecuencia tampoco los errores que acallaban los remordimientos de sus conciencias. Lo que les prohibía el catolicismo era precisamente lo que ellos más amaban, y de esta manera sucedía con ellos la misma cosa que con los cristianos, víctimas de la embriaguez, avaricia, lascivia, del respeto humano y de los demás vicios. Por las mismas razones por las cuales éstos se alejan del cristianismo, se niegan también aquéllos á abrazarlo.

La costumbre y el respeto humano son las potencias mundiales á las que sólo hace competencia el oro y la lujuria.

¿Cómo podían los jóvenes indígenas casarse cristianamente cuando no encontraban mujeres sino en la manera usual y reprobable de los indios? Casi imposible era que cambiaran su modo de enterramientos, porque en estas ocasiones los deudos del difunto hacían grandes expensas regalando con viandas y bebida á los forasteros, parientes y amistades. En verdad no lo hacían por generosidad, sino forzados por la costumbre y en la esperanza de ser regalados por sus huéspedes en semejantes ocasiones. Si „el dueño del difunto“ no mataba animales, se los robaban sus amigos.

Lo mismo sucede en las rogativas. Allí reparten los indios muchas viandas y chicha de balde, hacen regalos de corderos y por eso quieren que lo regalado de este modo se les devuelva en el año siguiente. Y de esta manera el interés y la gula nunca permitían que se pusiera término á este culto supersticioso.

No era de estrañar que los niños educados en las Misiones, vueltos á sus casas, siempre recayesen en las costumbres y supersticiones antiguas, siendo sus propios padres los que los seducían al mal. ¿No hay el mismo peligro para los niños chilenos educados en los colegios cristianos cuando sus propios padres, de los cuales dependen en todo, viven entregados á la incredulidad y á los vicios?

A esto se agrega el orgullo nacional tan pronunciado entre los indígenas, su feroz espíritu de independencia, su odio innato contra los extranjeros, cuyo desprecio les hiere profundamente, á quienes consideran como sus opresores, que les tenían siempre envidia por su hermosa tierra, odio que venía creciendo como una avalancha