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APENDICE

bién por los brujos que allí son detenidos por mandato de los adivinos.

El último dios ó ser invisible es aquél á quién titulan Huecufù. Ese es el dios malo de ellos, y por eso á él únicamente le ofrecen todos los sacrificios, la mayor parte sangrientos y bárbaros. A él le hacen rogatívas, que duran tres días y tres noches consecutivas á toda pampa, esté bueno ó malo el tiempo. Le dedican sus fiestas, sus bailes, sus cantos, su música para agasajarle, tenérselo por amigo, creyendo que en consideración de todo lo que hacen en su honor, no les hará daño, no les mandará la peste, no les hará secar sus siembras, no los hará enfermar y por fin no les hará morir.


Observaciones.

El Padre Octaviano es el primer escritor que deja constancia de la creencia de los araucanos en el Ng'nechen, y él y el P. Adeodato son los primeros que hablan de los nguillatunes en el sentido de sacrificios. Aquella creencia como hemos probado, existía siempre; sólo se había escapado á la observación. No es este un caso singular con los araucanos. También las tribus de aborígenes de Oceanía se consideraban hasta hace poco enteramente faltas de religión; mas guardaban como doctrina secreta muy preciosas tradiciones que todavía dan á conocer que también aquellas naciones habían recibido la revelación primitiva.

Era necesario que vinieron los Misioneros y se ganaron con su dulzura y caridad apostólica la plena confianza de aquellos bárbaros para que mediante las revelaciones hechas á dichos Misioneros quedara probada la verdad disputada por los racionalistas, de que no hay ninguna nación sin dioses, y más aún: que no tenga ningún conocimiento, aunque confuso, del verdadero Dios.

También los nguillatunes de los araucanos existían desde tiempo antiguo, y ya habían perdido su más grande brillo, cuando los escritores empezaron á hablar de ellos. También eso se vé bastante probado en pg. 31. No.10 y en el artículo 11 pg. 24.

Mas, á nuestro juicio, están equivocados los P. P. Capuchinos italianos al afirmar que los nguillatunes se ofrecen al Wekufù.