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APENDICE

y la machi subió en el árbol y allí se puso á mirar por todas partes como esperando la llegada de alguna persona: entretanto las mujeres con cajas pequeñas y los hombres con sus flautas hacían un ruido ensordecedor, bailando á la vez en torno del árbol y cantando á todo grito. Finalmente la machi hizo una señal de silencio, y todos se callaron. Entonces ella, con aire de pitonisa, se dió á profetizar, diciendo: „En este año no sucederán desgracias... no habrá guerra con los cristianos...“. Después de esto se volvió como estática, y entonces cuatro jovenes robustos se colocaron debajo de ella, teniendo extendida una cubierta de lana, sobre la cual se dejó caer la profetiza, y de ahí la deslizaron al suelo. Poco después volvió en sí, se puso en pié, y haciendo con la mano unas señas en el aire, empezó á cantar algunos hechos célebres de sus abuelos, y todos la acompañaron sus instrumentos y con gritos, brincando en torno de ella hasta que se cansaron. Después de nuevo se sentaron en tierra á comer y beber.

Mientras yo estaba observando aquella función supersticiosa, se me acercó un indio borracho, de á caballo, y habiéndome saludado con el acostumbrado Mari mari, me dijo: „¿Para que te has venido aquí? ¿Tal vez para conocer nuestros ritos y reirte de ellos? Retírate de este lugar, perro.“

Mi capitán le reprendió intimándole que respetara al Padre Misionero. Entonces aquél, fuera de sí en su estado ebrio, sacó un gran cuchillo para amenazarme; mas yo, echando el caballo á toda carrera, me escapé, y el capitán dió al cacique aviso de lo ocurrido. Después me volví á la junta, y con el favor de Dios regresamos sanos y salvos á la Misión, sin que yo hubiera podido desempeñar el encargo que se me había confiado.

Es cierto que los araucanos en general respetan á los Misioneros, pero cuando están ebrios, se ponen insolentes con todos.

En las frecuentes conversaciones que tuve después con los infieles, procuraba alejarlos de las tales supersticiones y les preguntaba: ¿Por qué ofrecéis en vuestras necesidades sacrificios al dios de lo malo, en vez de recurrir al Dios de los cristianos, el cual es el Creador y Gobernador providentísimo del universo?“ Me contestaban que lo hacían por aplacar al Güecubu airado en contra de ellos. Entonces les replicaba yo: „¿Cuál de los dos es más poderoso?“. A esta pregunta no sabían contestar, y yo tomaba de