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APENDICE

nguenpin lo hace, cuando ofrece el animal para todos. Sería, pues, interesante conocer en qué forma invoca éste á los pillañes. Domingo Wenuñamko no lo trae en su relato: dijo que no lo sabía bien. pero parece que se recelaba en comunicarlo, pues se hizo rogar mucho para darnos el relato respectivo.


Sin duda, el P. Diego de Rosales ha dado en el blanco en esta materia, diciendo que los pillañes eran en la idea de los indígenas unos caciques muy antiguos y los soldados araucanos y españoles que caían en las guerras.

El P. Luís de Valdivia explica en sus pláticas á los araucanos que el Pillañ y el Wekufù, venerados por ellos, en realidad no eran otra cosa que el diablo, el cual en sus revelaciones, hechas á los hechiceros, ya les decía que se llamaba Pillañ, ya que se llamaba Wekufù; sin embargo al hablar del diablo siempre se sirve de este mismo término y no confunde al diablo con el Wekufù ó con el Pillañ.

El P. Havestadt ya introdujo en sus pláticas[1] el término Pillañ en el significado de demonio.

El P. Febrés dice en su diccionario: „Pillañ, pillan, llaman al diablo, ó á una causa superior que dicen hace los truenos, rayos, relámpagos, y reventazones de volcanes, y á estos mismos efectos también los llaman pillañ.“

En el exámen para la confesión pregunta, si lo han adorado ó suplicado.

En su primera plática, añadida á su gramática dice el mismo Autor, hablando de los ángeles rebeldes: „Pillañ getuign (se volvieron pillañes), y continúa: pu diablo lle (que son los diablos). Mas en adelante no vuelve á llamarlo así, y usa el término castellano.

Para él y el P. Luís de Valdivia alhue es el demonio, término que hoy día tiene el sentido de fantasma del muerto (=am), y que

  1. Hay que advertir que las pláticas antiguas han de usarse con discreción para que p. e. no se caiga en el desatino de que se diga á los indígenas que el diablo fué echado del infierno, queriendo decir todo lo contrario: que fué arrojado al infierno.