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APENDICE

ejecutan también algunos de los poderes que nosotros atribuimos á Dios y que merecen por lo tanto á lo menos en sentido restringido el mismo nombre de Ŋənechen ó Ŋənemapun.

Pues al Ng'nechen, y no al Pillan, se subordinan las almas transformadas en pájaros ó moscardones que suponen que vienen de la región del cielo, los pillañes, los cheurfes, los nguenhuenu, nguenco, nguenlafquen, nguencutran etc., y el Huecufù con los demás espíritus malos y los hechiceros que dependen de él: un ejército de seres que tienen influjo ante el Ng'nechen ó que ejercen un dominio independiente de él: los unos amigos, los otros adversos al hombre.

Justificaremos el papel subordinado que atribuimos al Pillan en la monografía que va á continuación.

Estudio sobre el Pillañ.

No hemos podido obtener de los indígenas costinos una explicación satisfactoria de la idea que ellos tienen del pillañ: de la naturaleza de ese ser ni de sus cualidades etc.. Sólo recordamos alguna pregunta: ¿Es Dios el Pillañ?, respondiendo ellos con admiración: „¿Es Dios el Pillañ? ¡Quién sabe si es Dios!“ En cierta ocasión se óyo un trueno, y nos dijo nuestra cocinera, que era indígena: „Los mapuche dicen cuando truena: Ahora sube el Pillañ al cielo.“.

Los costinos llaman deguiñ (deqiñ) á los volcanes, mas en Panguipulli los llaman pillañes ó dewiñ. Preguntamos, pues, á Domingo Wenuñamco, si los mapuche creen que el Pillan es Dios ó vive en los volcanes. „Nó“, nos contestó, „pillañes son los volcanes; allí dentro están los hechiceros, los brujos y malvados“. Mas, si están allí detenidos en calidad de reos ó si el volcán es su taller en que forjan sus maldades, no lo hemos podido averiguar.

Consultamos también á Tadeo Huenunguir, del mismo Panguipulli. Este nos dijo más ó menos, que los mapuche entendían por pillañ á todos los fenómenos igneos, como el fuego del volcan, los relámpagos y otras luces que suelen ver los indígenas, y que con estos fenómenos los espíritus dan á conocer que están enojados.

Le expresamos nuestra extrañeza porque los indígenas no invocan al Pillañ en sus nguillatunes, á lo cual nos contestó que el