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ALGUNAS OBSERVACIONES SOBRE LAS ROGATIVAS.

(Véanse N.os. 1, 11 y 12 de las Costumbres de los araucanos).

La práctica de los nguillatunes ó rogativas representa un sacrificio, nombre que le dan aquellos indios que tienen conocimiento de los sacrificios del Antiguo Testamento. Distínguense en ellos la víctima, el altar, el sacerdote y el ser soberano á quien se ofrece la victima.

Víctimas

Son de ordinario corderos, en algunos lugares también potrillos y toritos. Se finalizan abriéndoles el vientre y arrancándoles el corazón aún palpitante. Mas en algunos lugares degüellan los corderos después de haberles cortado una ó ambas orejas. La sangre siempre se recibe [1] en platos de palo. Con ella se hacen aspersiones, se untan ciertos objetos, [2] y el resto se deja en el llanguillangui.

El altar.

En el relato sobre el nguillatun de Wapi el relator llama el llanguillangui una especie de altar, nombre que merece en realidad, por cuanto se deposita en él la sangre de la víctima, recibida en unos platos[3] de palo y mezclada con chicha de maíz ó de trigo.

  1. Pg. 37 No. 22 dice Domingo Wenuñamko incorrectamente: „La sangre se echa al suelo“.
  2. Véase pg. 40 No. 27.
  3. Es algo característico para el poco respeto que los indios profesan á su dios el que para tales funciones no prestan sino sus platos más viejos y defectuosos. Lo hacen por experiencia de que los pícaros se suelen robar los nuevos y buenos. Una indígena joven cristiana á quien conocemos se burló en cierta ocasión de esta falta de respeto diciendo á las demás mujeres: „Cosa extraña es que para vuestro dios usáis de los platos más feos, mientras que á cualquier forastero de alguna distinción le ponéis los mejores que tenéis.