tamente como aquí, significa lo mismo, que fera, æ. Así llama Virg. Æn. lib. 7 v. 489, al ciervo que hirió Ascanio.
El que gusta de ser alabado con palabras engañosas, casi, siempre lo paga con vergonzoso arrepentimiento.
Queriendo un cuervo, que estaba en un árbol empinado, comer un queso, que habia hurtado de una ventana, le atisbó la zorra, y luego empezó a adularle así: ¡Ó cuervo, y qué vistoso es el lustre de tus plumas! Que, hermosura la que ostentas en tu cuerpo, y en tu semblante. Si correspondiera tu voz, ninguna otra ave te haria ventajas. El necio del cuervo, queriendo hacer ostentacion de su voz soltó el queso del pico, y al punto le cogió entre sus dientes hambrientos la astuta raposa. Entonces finalmente lloró su engaño estupidez del cuervo.
Este suceso prueba, cuanto aprovecha el ingenio, y que en todo caso mas vale maña que fuerza.