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FÁBULA IV.
dichoso el que escarmienta en cabeza agena.
Un hombre y un asno.

Como un hombre hubiese sacrificado al dios Hércules un Verraco, que le debia en fuerza de un voto hecho por su salud; mandó echar al borrico las sobras de la cebada, pero él despreciándolas habló así: apetecería con mucho gusto esa tu cebada, si no hubieras degollado al que engordó con ella.

En atención á esta fábula he huido siempre de ganancias arriesgadas. Pero me dices: al cabo los que hurtaron riquezas, se las tienen. Ea pues, contemos los que perecieron cogidos con el hurto en la mano; y hallarás ser mayor, el número de los ajusticiados. La temeridad á pocos sale bien, á muchos los pierde.


mas señalado fue el Tebano, hijo de Júpiter, y de Alcmena, tan conocido por sus doce célebres hazañas.

Sancto. Llámale Fedro Santo; porque las poetas le cuentan en el número de los dioses.