ba los bienes de la casa. Irritado él con este falso testimonio, fingió, que iba á la quinta, y quedóse, oculto en el lugar: luego á la noche entró de improviso en su casa, encaminándose en derechura al cuarto de su muger; en el cual ella habia mandado dormir á su hijo, por guardarle mejor, respecto de su edad adulta. Mientras buscan luz, y mientras se azora la familia, no pudiendo contener el ímpetu de su cólera enfurecida, se llega á la cama y á tientas toca una cabeza, Luego que sintió que tenia cortado el cabello, le atraviesa el corazon con la espada, no reparando en nada, á trueque de vengar su agravio. Traida la luz, así que vió á su hijo y á la inocente esposa, que dormia en su alcoba, y rendida al primer sueño, nada habia sentido, se anticipó á darse el castigo de su maldad, y se arrojó sobre la espada, que habia desembainado su credulidad. Los acusadores dieron querella contra la muger, y la obligaron á comparecer en Roma ante los centumviros. Tenia contra sí las sospechas de la malignidad, porque poseía los bienes del difunto. Salen á la defensa sus abogados, alegando fuertemente á favor de la muger inocente. Entonces los jueces pidieron al emperador Augusto, que les ayudase á hacer justicia, á la que estaban obligados por su jura-
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