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194 Margarita Eyherabide

CAPÍT


Tlacía mucho tiempo que doña Jova no veia á su joven hijo tan hermoso y tan contento. Parecía otro. El joven habló dulcemente:

Es preciso que tengamos más calma ¿no lo crees tú, mamá? — Yo no sé á ciencia cierta lo que me pasa, pero garantizo que tengo un hormiguero por todo el cuerpo.

— Yo sé lo que tienes respondió sonriendo doña Jova.

— ¿Tú? —no lo ereo.

— Te digo que lo sé. Amir; pero hablemos antes de aquellos tiempos que ya no volverán. ¿Recuerdas una mañana muy preciosa, tí tenías catorce años y, ajenos á los golpes de la suerte, formábamos mil proyectos para el porvenir?

— Yo hablaba en ser ingeniero y... ¡esos sí qne eran castillos en el aire! — y el joven sonrió.

Doña Jova se secó una lagrimita.

— No — dijo Amir, —no quiero llantos, mamá, y dando á su conversación un giro que doña Jova no presentía ni remotamente, dijo: ¿sabes quién ha ido á

verme al despacho de mi superior? — ¡Te asom- brarás!

— ¿Quién?

—-César.

— ¡César!.... ¡el hijo de Goncalves!

—El hermano de Arasi. — ¿Y qué te ha dicho? — Me ha invitado para ir á la estanzuela.