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Amir y Arasi 149


CAPÍTULO VI

En el adorable silencio de su aleoba, Arasi escri- be, llorando.

Hay almas que han nacido sólo para llorar. Al- mas, hijas de la melancolía, hermanas de la melan- colía, amigas de la melancolía ¡las almas más dulces y sinceras!

Y Arasi, mientras deja que sus mejillas se llenen de átomos perlados, murmura: — Amir! voy á es- cribirte ¡como si necesitara repetir estas palabras para convertir el deseo en un hecho!... Y, entre so- Mozos, añade:

— Tú no has podido olvidarme. Imposible es que hayas dejado de quererme. He sido demasiado buena para que tú puedas ser un ingrato. ¿No es cierto que estás pensando en mí y que estás arre- pentido y que me pediráh perdón? Soy demasiado buena, Amir, demasiado buena para que así se me olvide. Yo no merezeo tu ingratitud. Pero tú me amas, ¡Sí! yo lo sé, yo no puedo equivocarme, yo no puedo soñar, en plena realidad. No existe otra Ara- sí en el mundo; tú eres mi sólo Amir ¿por qué me haces sufrir?

Y, cogiendo la pluma escribió Arasi las frases más bellas que había hilvanado su pensamiento: —

“* Si el corazón no me dijera con sus fuertes lati- do:, que te amo; si, en mudo ensueño, tu imagen no encontrara fondo en mi fantasía, yo no te escri- biera, Amir. Si posible me fuera arrancar tu recuer-