que se llamase Rey, y tomase à su cargo la defensa comun.
Fue facil de persuadir un Principe de animo levantado, en lo mas florido de su juventud, y que por otro medio no podia dexar de ser vasallo y sujeto à las leyes del hermano: ocasion bastante, quando no fuera ayudada de tanta razón, à precipitar los pocos años de Don Fadrique. Llamóse Rey, y como à tal le admitieron y coronaron. Previnose para la guerra cruel que le amenazaba, asistido de buenos soldados y del Pueblo fiel y pronto à su conservacion, teniendole por segundo libertador de la Patria. Opusose luego à Carlos su mayor y mas vecino enemigo y al Papa que amparaba y defendia su causa, y al Rey Don Jayme, que de hermano se le declaró enemigo, cuyas fuerzas juntas le acometieron y vencieron en batalla naval, con que la guerra se tuvo por acabada, y Don Fadrique por perdido. Pero por la oculta disposición de la providencia Divina, que algunas veces fuera de las comunes esperanzas muda los sucesos para que conozcamos que sola ella gobierna y rige, Don Fadrique se man-