exercito victorioso, y triunfante de muchos Xeques y Reyes de Berberia, asistido de la mayor parte de la nobleza y soldados de sus Reynos. Llegaron ante su presencia los Embaxadores de Sicilia, llenos de lagrimas, de luto y sentimientos bastantes con esta triste demostración à mover no solo el animo de un Rey ofendido por particular agravio, pero el de qualquier otro que como, hombre sintiera. Ácordaronle la muerte desdichada de Manfredo, y la afrentosa de Coradino, facilitaronle la venganza con ayuda de los pueblos de Sicilia, tan aficionados à su nombre y enemigos del de Francia. Ultimamente le propusieron el estado peligroso de su libertad, vidas y haciendas, si no les amparaba su valor; porque ya Carlos estaba sobre Mesina, y amenazaba el rigor de su castigo un lastimoso fin à todo el Reyno. Movido de estas razones y de las que su venganza le ofrecia, acudió antes que su fama à Trapana con todo su poder, y fue con tanta presteza sobre su enemigo, que apenas supo Carlos que venia, quand? vio sus armas, y se halló forzado à levantar el sitio y retirase afrentosamente à Calabria.
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