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Milton.

patria una oligarquía veneciana; y cuando, despues, se vió á la cabeza de los negocios por la fuerza de las circunstancias, no sólo no se alzó con la dictadura, sino que dotó á su patria de una Constitucion infinitamente más perfecta que todas cuantas hasta entonces se conocian en el mundo, reformando el sistema representativo de tal modo, que mereció los elogios del mismo lord Clarendon. Pidió, es cierto, que su lugar fuese el primero en el Estado; pero con un poder y facultades que no excedian de las de un stathouder holandes ó de un presidente americano. Dió voto al Parlamento en la eleccion de los ministros; le abandonó por entero el poder legislativo sin reservarse el veto sobre sus actos, y no exigió que la primera magistratura de la nacion fuera hereditaria en su familia. Si hasta aquí se examinan imparcialmente las circunstancias y las ocasiones de engrandecerse en que se halló Cromwell, parécenos que nada perderá si se le compara con Bolivar ó con Washington. Si, despues, á su moderacion hubieran respondido con la moderacion debida, es lógico pensar que no se hubiera apartado de la línea de conducta que se trazó á sí propio en un principio; mas al apercibirse de que sus Parlamentos discutian su autoridad, y de que corria gravísimo peligro de verse despojado del poder tan restringido que tenía y que era absolutamente indispensable á su seguridad personal, fuerza es convenir en que adoptó una política más arbitraria.

Sin embargo, persuadidos como lo estamos de que las intenciones de Cromwell fueron honradas al principio, de que si se apartó luego de la noble y digna línea de conducta que se trazó, fué forzado de circunstancias irresistibles; de que la capacidad y