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Estudios literarios.

sombría sonrisa de sus labios, sin quedar conven cido de que es el semblante de un hombre demasiado susceptible y altivo para ser feliz.

Como el Dante, Milton fué hombre de Estado y amante, y como el italiano fué desgraciado tambien en sus ambiciones y en sus amores, habiendo tenido la desdicha de sobrevivir á su salud, á su vista, á la felicidad de su hogar y á la prosperidad de su partido. De cuantos hombres eminentes lo distinguieron á los principios de su carrera, unos sucumbieron antes de estallar la tempestad, otros siguieron aborreciendo la tiranía desde tierra extraña, otros pasaron largos años en obscuros calabozos, otros pagaron en el cadalso generoso tributo de sangre á la libertad. Escritorzuelos licenciosos y asalariados, que sólo tenian talento para revestir de formas vulgares bajos y livianos pensamientos, eran á la sazon los autores favoritos del monarca y de su pueblo. Era un rebaño repugnante, comparable sólo al conjunto de monstruos grotescos, mitad hombres, mitad cerdos, que vemos en Como, y que ebrios y ahitos iban de una parte á otra tropezando y cayendo, en medio de danzas obscenas. La noble musa de Milton, inspirada de altísimos pensamientos, pasaba por entre aquella orgía como una mujer honrada y pura por entre una turba de máscaras desenfrenadas, tranquila y serena, sin parar su atencion en las burlas insolentes, en los ademanes provocativos, en las insolencias de una comparsa de sátiros y demonios. Si alguna vez han podido ser excusables la amargura y la desesperacion en un hombre, ha sido en Milton; pero el vigor y la entereza de su espíritu triunfó de todo: ni la ceguera, ni la gota, ni la edad, ni la pobreza, ni las aflicciones demésticas, ni los desengaños políticos, ni las