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Milton.

morales de ambos. No son egoistas, y así no imponen sino muy rara vez al lector su personalidad, bien al contrario de esos mendigos de la fama, que excitan la compasion de las gentes inexpertas, ofreciendo en espectáculo la miseria y las llagas de sus corazones. A pesar de esto, seria dificil hallar dos escritores cuyas obras hayan recibido más completamente, áun á su pesar, el sello de sus impulsos personales.

El rasgo distintivo del carácter de Milton era la elevacion del alma; el del Dante, la intensidad de los sentimientos. En cada verso de la Divina Come dia se advierte la aspereza que engendra la lucha del orgullo con el dolor. Bajo este aspecto, tal vez no haya en el mundo una obra más profunda y uniformemente triste; que la melancolia del Dante no era un capricho, ni ménos un efecto de circunstancias externas, sino es un estado del alma, que ni el amor, ni la gloria, ni las luchas terrenales, ni la esperanza del cielo podian disipar. Su tristeza trasformaba y asimilaba todos los consuelos y todos los placeres, de la propia idéntica manera que el maléfico suelo de Cerdeña, cuya aspereza inveterada se percibe hasta en la dulzura de la miel; y para emplear las palabras mismas del poeta hebreo, su espíritu era como la comarca de las tinieblas y de la sombra de la muerte; su carácter lúgubre velaba todas las pasiones de los hombres, el aspecto mismo de la naturaleza, y arrojaba sus lividos reflejos así sobre las floros del Paraiso como sobre la gloria del trono del Eterno. Todos sus rotratos son característicos, y no es posible contemplar los rasgos de su fisonomia, noble hasta la rudeza, las profundas arrugas que surcan sus mejillas, la mirada melancólica y distraida de sus ojos, la desdeñosa y