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Estudios literarios.

prolongadas asociaciones de ideas, que dejaban entrever más de lo que decia, le permitió disimular el desacuerdo que no podia evitar.

La poesia que se refiere á los séres del otro mundo debe ser pintoresca y misteriosa al propio tiempo. La poesía de Milton es así; la del Dante es pintoresca por extremo; sus efectos semejan á los que puede producir la pintura y la estatuaria, mas es pintoresca hasta el punto de que excluye todo misterio. Es un defecto, un defecto bueno, si se nos permite la frase; un defecto inseparable del plan del poema dantesco, que hacía necesaria, indispensable, como ya hemos dicho, la más prolija exactitud en las descripciones. Es un defecto, repetimos, porque sus séres sobrenaturales, aunque excitan interes, no es todo el que debieran excitar: comprendemos que podriamos departir con sus espíritus y sus demonios sin experimentar la más leve emocion. Podríamos como D. Juan Tenorio convidarlos á cenar, y comer con buen apelito en su compañía. Y acontece así, porque los ángeles del Dante son hombres honrados y virtuosos con alas, y sus demonios, inhumanos verdugos, de horrenda catadura, y sus muertos, lisa y llanamente, hombres que viven de una muy singular manera.

La escena que tiene lugar entre el poeta y Farinata es justamente célebre, y, sin embargo, Farinata en la tumba ardiente es lo mismo que sería en un auto de fe. Nada puede haber más conmovedor que la primera entrevista del Dante y Beatriz; pero ¿qué pasa en ella que no sea parte á demostrar que es una mujer encantadora, dulce, de suave carácter y amoroso corazon, que vuelve á querer en la otra vida con austera calma y tranquila ternura al amante cuya pasion recuerda, al propio tiempo que detesta