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Federico el Grande.

ratando las huestes de Daun, en Torgau, tras mortifero combate. Pero al concluir el quinto año, el resultado de la guerra era incierto aún, por mas que todos vieran á Federico prepararse á proseguirla con nuevos bríos, á pesar de la situacion lastimosa en que se hallaba su pueblo, y con tanta sed de vengarse del odio implacable de sus contrarios, que ya no se curaba de ocultarla. «Empiezo á comprender, decia en una carta, que la venganza es un placer verdaderamente inefable; y como no tengo la pretension de ser ni de parecer santo, confieso que no moriré contento si no puedo ántes de partirme de esta vida hacer sentir á mis enemigos una parte siquiera de los males y daños que sufro por ellos.» La campaña de 1761 añadió aún nuevos timbres á su gloria; mas á pesar de sus esfuerzos, sus resultados fueron desastrosos para la Prusia. Laudohn habia conquistado la fortaleza de Scheweidnitz, que lo hizo dueño de la mitad de Silesia y de todos los pasos importantes de las montañas. Los rusos, á su vez, habian derrotado á los generales prusianos en Pomerania; y con esto y la falta de recursos de todo género que tenía, por confesion propia, desesperaba de hallar soldados, caballos y pertrechos.

Sin embargo, dos grandes acontecimientos debian tener lugar en breve que producirian cambios en las relaciones de la mayor parte de los Estados europeos: la retirada de Mr. Pitt, y la muerte de la emperatriz Isabel de Rusia.

La retirada de Pitt parecia llevar consigo la ruina completa de la casa de Brandeburgo, porque con ella perdia su principal apoyo. El hombre de Estado inglés era sobrado altivo y vehemente para mancharse de traicion ó cobardía, y más de una vez habia dicho que mientras fuera ministro la Ingla