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Estudios históricos.

zaba sobre sus bellas enemigas, fué osado en su primera juventud á poner los ojos en las princesas de la Casa Real, no siendo extraño, si hemos de dar crédito al rumor público, á los misteriosos remordimientos que turbaron las últimas horas de la bondadosa madre de Luis XV. Pero á la sazon no era el Duque sombra de lo que fué, sino es un viejo de cincuenta años, corrompido, preocupado de pequeñeces, falto de salud, con su patrimonio empeñado, y lo que áun era peor para él, con la nariz amoratada. Sin duda era valiente como todos los caballeros franceses, aunque frívolo y poco respetado; mas cuando se puso á la cabeza del ejército de Hannover, carecia de conocimientos militares y no le preocupaba otro pensamiento que el de restaurar las ruinas que habian hecho en su hacienda las prodigalidades y desórdenes de su vida pasada.

Al ocaso de su vida el duque de Richelieu cobró mala voluntad y odio profundo á los filósofos, no tanto por las partes de su sistema que cualquiera hombre prudente y discreto hubiera condenado, cuanto por sus virtudes, por su amor á la libertad, por su propósito de combatir los abusos de que él mismo daba ejemplo tan triste. No obstante, á Voltaire lo eliminaba de su lista de proscripcion, y se carteaba con él de la manera más afectuosa; y tan singular cariño le tenía, que gustaba de honrar al patriarca de tiempo en tiempo pidiéndole fuertes sumas prestadas, cuyos réditos, por afecto tal vez y benevolencia, olvidaba de pagar. Aprovechando estas circunstancias, se propuso el filósofo poner en relaciones al general en jefe del ejército frances con el rey de Prusia, escribió á los dos á este fin, y logró establecer entre ambos seguida correspondencia.