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mundo” que el poema propone no es otra que la del género. Así del uso del modelo clásico resultan no sólo sus fortnas sino también, junto con ellas, la ideología de esas formas literarias (Glucksmann, C., 1972). Cabría aquí, no obstante, una objeción: la forma invocativa del poema y la insistencia en la recuperación de lo corporal/tangible admítirían otra lectura: la interpretación del texto como un programa de escritura. Como si el hablante estuviera dando el primer paso para fugarse de las convenciones del género lírico y de la ideología que éste le impone, hacia el polo contrario, hacia la segunda red. Sin embargo, tal legibilidad se hace posible a posteriori del contexto en que hemos ubicado el poema. Pensado fuera del con■icto de estéticas que presuponemos aquí, semejante lectura perderíacasi toda su base de sustenta- ción. Pensado, incluso, fuera de la obra dcl su jcto cstritor Juan Gelman, podría ser hipotética- mente atribuido a cualquier poeta de escritura más o menos “clásica”. tradicional, la primera red) y la ideología en la literatura, intratextual, puesto que la “visión del Si hav en la orimera obra de J uan Gelman un texto que a primera vista poco tiene que ver con ‘Tócame la mejilla... ” es, entre otros, “un V1610 asunto”, _incluido en la segunda sección del libro, “Viendo a la. gente andar": La segunda red: el poema hacia su objeto UN VIEJO ASUNTO Fue a principios de siglo. La ciudad iba en landó, calzaba vías férreas, ascendía hasta el cielo con ventanas. se ponía los pantalones largos, recién vendido a la Inglaterra, era la reyecía de los Apellidos. el país dividido en cinco feudos donde engordaba el animal y Pedro valía menos que un cuerq de vaca. Era el imperio de los eszancieros 28