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en 1822 con 30 fanegas de sembradura; las islas pedidas por miembros de la familia Calvo entre 1819-1822, ubicadas en zonas contiguas a la isla propiedad deïsu hermano Alonso, dedicado a la cría de ganado. _ En algunos casos se incluía en la misma solicitud los terrenos ubicados frente a las islas.” Creemos que las isl_as resultaban muy atractivas por diversas razones: su ubicacionhrodeadas de agua, que constituía una barrera natural para el ataque indígena y disminuía el riesgo de depredación local; laposibilidad de riego natural debidc a la acción de las mareas ; la cercanía de las, rinconadas, que facilitaba la crianza y protección del ganado. \ L _ No descartamos tampoco — aunque no hemos hallado referenciayconcreta al respecto- que las islas, organizadas como pequeñas granjas, abastecieran al mercado local. V La posesión de islas e islotes contiguos era una bien apreciado y rara vez vendido. La puesta en producción de las mismas constituía generalmente una empresa familiar. Entre 1854-1878 hallamos cuarenta y tres expedientes referidos a islas e, islotes, de los cuales treinta y siete correspondían a solicitudes de donación y sólo seis a ventas y traspasos, lo que estaría evidenciando la tendencia ya mencionada a la conservación de las islas debido a su rentabilidad.” En los documentos de ventas y traspasos de derechos sobre las islas, se observó que los pagos se realizaban con frutos de la tierra, generalmente trigo: fue el caso de Urbana Ruiz, que en 1864 vendió a Lorenzo Mascarello una isla y un islote en el rio Negro a cambio de 63 fanegas de trigo. También el ganado fue utilizado como medio de pago: en 1878 se vendió la Isla Batel y su precio se abonó con 271 ovejas, dos yuntas de bueyes, una chalana , dos caballos .dos arados, nueve docenas de cueros lanares y 31/2 fanegas de trigo. En algunos casos, las islas fueron arrendadas, abonándose de manera similar el canon de arrendamiento hasta que en 1870 el gobierno dispuso el pago en moneda de los. arrendamientos de islas.“ En las solicitudes rara vez aparecía el tamaño de las mismas, como expresamos anteriormente; en los casos que pudimos hallar datos de sus dimensiones, observamos que la mayoría de las islas solicitadas equivalían a suertes de chacra de 20 cuadras cuadradas (0,125 leguas cuadradas) y, en el caso de los detrigo y la cría del ovino; la isla del Tordillo, solicitada porManuel Gonzalorena 75