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ESTELA

za y viitud resplandecían en el cielo social, cautivando el corazón de los que le habían contemplado. Del otro, el dolor y la desesperación supremos de dos seres inocentes, de dos ancianos inermes, los padres de Estela; cuyas almas, no pudiendo soportar el peso de aquella infamia, se abisman en las tinieblas de esa noche sin astros del espíritu humano: la demencia! y la sociedad, que se ve ultrajada y ofendida de este modo, ¿, no ha creado un castigo para el malvado? ... y el cielo, que mira tanta iniquidad y presencia un crimen tan negro, ¿para cuando reserva los rayos de la cólera divina? ... La sociedad condena al infeliz que acosado por el hambre, sin mas consejero que su desesperación, penetra a la casa del vecino y roba un pan, un mueble o una alhaja; y enmudece y permanece impasible ante el despojo premeditado, con todas sus fatales consecuencias, de lo que _ constituye la propiedad mas valiosa del hombre civilizado: el honor! ¿Qué justicia es esta que se distribuye tan desproporcionadamente? ¿Hacia dónde se encamina una sociedad que deja impune un crimen semejante? ¿, Qué propósitos la animan, qué ideal persigue? El progreso?