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ESTELA

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un dormitorio semejantes. Es claro que nosotros no podremos costearle una cosa tan rica como aquella, por que para ello seria menester una fortuna rostchilesca; pero le haremos una que sea digna de él y las hermosas que concurren a sus fiestas. -Perfectamente! exclamó un joven argentino: al efecto me suscribo con cincuenta mil pesos. -Oh! no; gracias caballero,-interrumpió el portugués. No permitiré tal cosa de Vd. ni de nadie! Me gusta la idea vertida, la recojo y la hago mía. Dentro de un mes presidiré mis comidas cual otro Mahomet; y mi desaparición de la mesa al fin de todas ellas, será la orden de divertirse. Mientras tanto, bebamos una copa, caballeros y señoritas, por el amigo que ha tenido tan bella inspiración. Todos bebieron, aclamando al inglés touristehéroe de la fiesta.


Un mes después, y como lo había asegurado el portugués a sus amigos, la obra estaba concluida. El comedor se había transformado. No había quedado en pie nada de lo que constituía el mobiliario del antiguo salón. Se había decorado con un gusto notable y exquisito: allí no se veía nada inconveniente,


y