ESTELA
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ni en contra, acerca de los sentimientos de que aquella se manifestaba dominada. Algunas horas después, Hortensia, que así se llamaba la amiga en cuya casa Estela conociera á X..., se presentaba a la de ésta. - Vengo á felicitarte! prorrumpió al entrar a la sala, en que se hallaba sola Estela. -Has hecho una gran conquista, -continuó, -en tanto que abrazaba y besaba a su amiga debes estar orgullosa porque X... ha sabido resistir con una extraña firmeza las seducciones de las mas codiciadas hermosas. -Gracias, Hortensia, gracias doblemente, contestó Estela: porque sin ti ,sin tu amistosa intervención, sin tu galantería invitándome para que asistiera á tu brillante tertulia,-yo no habría encontrado el hombre que buscaba! -Se ha enamorado locamente de ti. -¿ y cómo lo sabes, picarona? - Toma! Porque acabo de estar con él y vengo a verte de su parte, trayéndote con sus recuerdos algo que no te dejará la mas leve duda de su amor. -¿ y qué cosa me manda? -Esta carta, hija; toma y léela, pues! y Hortensia puso en manos de su amiga un billete que sacó de su cartera. Estela titubeó algunos instantes en presencia de aquella carta. Todo cuanto hay de santo y doloroso en una mujer parecía haberse su suble-