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dores del rio, fastidiados porque no los ocupábamos a ellos i viendo que perdian un salario de cuatro pesos diarios por cabeza, tarifa que habian querido imponerme el año próximo pasado i en que persistian todavía, bautizaron nuestra jente con el epíteto de ratones, quizá por la corta estatura de la mayoría de ellos; pero, no contentos con esto, aseguraban que no llegaríarmos a Caicura con tal jente.

Sin embargo, no obstante el despecho de los señores gatos, los pequeños ratones se les perdieron al tercer dia en su propia casa, a pesar de que les seguian la pista gozosos de jugar con ellos. El jeneroso Puelo les habia abierto sus brazos i conducido a incógnitas rejiones donde no cabia la arrogancia felina. Esto habrá probado a los primeros que para darse el calificativo de que se precian necesitan de mas cordura o de mayor viveza; so pena de identificarse con los ratones de su propia isla.

Al mencionar la ocurrencia anterior he querido hacer presente que al lado de una desmedida arrogancia hemos encontrado la valiente modestia, fuerte en el trabajo, serena en el peligro. Damos las gracias a los modestos obreros de Huar por su cumplida conducta i por el entusiasmo con que cooperaron al desempeño de nuestro difícil cometido.

El 17 amaneció lloviendo a torrentes con viento regular del norte. Durante la noche, truenos, relámpagos i copiosa lluvia.

El 18, como el anterior, pero con mejor cáriz. Monté los instrumentos meteorológicos para hacer observaciones horarias. La lluvia continuó noche i dia.

El 19 lluvia i viento norte. El rio, sin embargo de las abundantes lluvias, solo esperimentó lijeros cambios de nivel apenas perceptibles. Entrada la noche, el norte soplaba de temporal. Cada golpe de éste se nos anunciaba por un ruido como de trueno cuyos ecos llegaban a nosotros repercutiendo por las quebradas, hasta que el jemir de la selva vecina lo confundia con sus lamentos, abrumándonos en seguida con los acordes mas fúnebres imajinables. El abatirse árboles seculares, el chicotear continuo del follaje, el cadencioso trueno de las avalanchas desprendidas de los hielos eternos, i el silbido del viento, formaban el conjunto mas vivo de destruccion de que son capaces los elementos.

Las nubes superiores, débilmente iluminadas por la luna, corrian aceleradamente en el sentido de las quebradas: unas al es-