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nevadas, ramales de la montana llamada la Ballena, cuyas rápidas laderas llegan a lamer las aguas del Puelo. Los cerros están cubiertos de espeso bosque, descollando en su parte superior hermosos bosques de alerce que se hacen mui característicos por lo ceniciento de sus troncos puestos a plomo i coronados por un oscuro i cónico follaje. La cordillera de las Hualas se inclina hácia el sur, barrancosa por el oriente, cubierta de espeso arbolado i rocallosa en su cima, con lijeras estrias de nieve.

Dos horas mas tarde, esto es, a las 9h 15m habíamos salvado la carrera de Don Basilio, nombre dado por los isleños de Huar con motivo de que un Don Basilio, que primero intento la subida de esta parte del Puelo, no pudiendo realizarla declaró la correntada como insuperable. Como un recuerdo espiatorio a su dogmatismo le han conservado su nombre. I, efectivamente, parece un caldero hirviendo cuyas aguas corren 11 o mas millas por hora. Solo por medio de la sirga es posible salvar tales torrentes i gracias a que la ribera se presta para ello.

A las 10h 30m llegamos a otra correntada, recia como las dos anteriores; i, aunque en apariencia mas suave, era superior en rapidez a la de Don Basilio. Nuestro práctico, don Manuel Oyarzun, la calificó de finjida por cuanto encubre las dificultades que presenta al sirgar los botes sobre ella. Como nos gustase la exactitud del calificativo, la denominamos carrera Finjida por no tener nombre i sernos necesario para designarla en nuestro plano.

A las 11h 30m A. M., después de haber salvado otra correntada, arribamos al punto denominado las Islas, para dar descanso a la jente i preparar el almuerzo de los espedicionarios. Una vez en tierra, noté que el reumatismo que me aquejaba hacia algún tiempo tomaba mayores proporciones, i que, complicado con otros males, no me permitia proseguir en la vida ajitada que llevaba. Estos motivos i lo bajo del barómetro, que pronosticaba mal tiempo, me indujo a hacer estacion en las Islas por algunos dias mientras recobraba la salud; pero, como al mismo tiempo era sensible paralizar la esploracion consumiendo los víveres en la inaccion, comisioné al guardia-marina Rogers, que me acompañaba, para que, en union del señor Tellez i del señor Oyarzun, continuase el reconocimiento del rio