arriba mencionado, i ahora, con mejores datos, estoi mas convencido de la probabilidad de esa hipótesis, pudiendo talvez marcar mas o menos los límites de ese antiguo lago; cuestion de que me ocuparé un poco mas adelante.
A las 7 de la tarde, fatigados sobre todo con la sed i habiendo encontrado un poco de agua en medio de un espeso tepual, determinamos acampar en él; poco después las sombras de la noche envolvieron el bosque i no se oia mas ruido que el chisporroteo de nuestro fuego i algunas ráfagas del helado viento del sur.
A las 8 i média del dia 5 seguimos repechando el llano, que se estendia siempre con suave inclinacion i sin quebradas. Por lo estenso de su área i demás condiciones arriba mencionadas, parece de los mejores terrenos situados en la costa de la laguna, i de consiguiente, de los mas adecuados para repartirlo entre colonos, llevando de este modo pobladores a esta parte tan desierta de la laguna.
A la 1 de la tarde llegamos al borde de un barranco, talvez de 300 metros de profundidad, en cuyo fondo se oia un ruido estrepitoso; era el rio Hueñu-Hueñu, que naciendo de las nieves del Calbuco, corre sobre grandes piedras en una abra formada por este barranco de un lado, i del otro, por una cadenilla de cerros escarpados que, como la loma en que estábamos, desciende del Calbuco. Pronto le perdimos de Vista; pero de cuando en cuando percibíamos murmullos sordos, producidos por cataratas que ofrece talvez en su rápido curso. Mencionaré de paso que éste es uno de los afluentes mas caudalosos del Petrohué.
En la tarde, temerosos de haber estraviado el rumbo, hicimos trepar a uno de los montañeses un árbol jigantesco, por lo que nos cercioramos de que no íbamos mal, pero tambien de que habíamos dado una gran vuelta. Pocos momentos después, desde el borde de uno de esos precipicios que a cada paso se presentan, vimos por primera vez la nevada cumbre de la montaña, pero mui lejos aun. Tuvimos intencion de descender la quebrada, que parecia ser la misma del Hueñu-Hueñu; pero la subida al morro principal parecia tan escarpada, que por unanimidad se determinó seguir la cresta de la loma. A las 7 de la noche cesamos de ascender para acomodar el alojamiento; el viento