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Frente a esta playa se encuentran en mas abundancia esos grandes trozos de rocas rodadas (la mas notable de las cuales es la que llaman Piedra Azul, bañada continuamente por el mar), que han sido ya el oríjen de cuestiones no resueltas aun. La última teoría supone que fueron arrastradas en tiempos mui antiguos por inmensos ventisqueros, como las que actualmente se ven en el norte de Alemania; pero semejante teoría es al presente mui avanzada; puede ser que nuevos hechos vengan a ilustrarla.

A tres o cuatro leguas al SE. de la boca del Coihuin se encuentra la caleta de Chaura, no mui lejos de la cual vacia sus aguas en el golfo el rio del mismo nombre. Es el asiento de una pequeña aldea, compuesta de una capilla i de siete u ocho casas de labradores. Mui cerca de ella baja de la montaña el camino de un alerzal, dedonde a la caida de la tarde, descendian los tableros con su carga al hombro, acompañándolos en esta faena mujeres que llevaban una carga igual o mas pesada que los hombres. Muchas de ellas eran niñas aun i favorecidas con algunos de los dotes de la naturaleza; vestian una saya que solo llegaba a la rodilla, dejando ver sus musculosos miembros. Los niños tambien toman parte en el trabajo, pero conduciendo una carga correspondiente a sus años, es decir, una tabla por cada uno, al paso que los hombres i mujeres soportan hasta cuarenta, siendo la tabla de poco mas de dos metros de largo, dos decímetros de ancho i tres a cuatro centímetros de espesor.

Los labradores se quejan continuamente de la inclemencia del tiempo i de la ingratitud de la tierra, que por térmimo medio solo les produce un 6 por ciento en el trigo i 18 i 20 en las papas; pero es mui probable que, cuando sigan un cierto sistema en sus siembras i cuenten con mayor número de brazos i recursos, alcancen resultados mas satisfactorios.

En Chaura, como mas al norte, la baja marea descubre una playa de cerca de dos millas mar adentro, cubierta de cantidad prodijiosa de sabroso i abundante marisco; merced a esta gracia de la naturaleza pueden los pobres sufragar las necesidades de su existencia; pero un tal sistema, llevado hasta el estremo, los espone a enfermedades cutáneas pertinaces.

A las 4 de la tarde comenzó a llover, lo que me determinó a pasar la noche en Chaura alojado en casa de un inspector que