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A LA LAGUNA NEGRA

Concluida la lectura, subimos al bote, hermosa chalupa construida bajo la direccion del entusiasta compañero i amigo don Pacífico Alvarez, el alma de la espedicion, que, por mandarla siempre él, recibió el título de "Almirante" que ha conservado entre nosotros.

Manejábanla cuatro remeros escojidos, Leandro Martinez, patron de bote, Belisario Muñoz, Juan José Acevedo i Francisco Jara, álias Careguagua, i la hacian cortar las tranquilas i cristalinas aguas del lago cual blanco cisne, rei de ese pequeño mar, meciéndose descuidado al soplo de la brisa que le acariciaba.

Como decia, entramos al bote el almirante Alvarez, los señores Carvallo i Vergara i el autor de esta desgreñada narracion, para dar una vuelta por la laguna.

Tomamos por el poniente, costeando. Durante un gran trecho, los cerros que la circundan por ese lado, aunque de una regular altura, presentan en su base una suave pendiente, que, lamida por las olas, ha formado en varios puntos pequeñas pero graciosas ensenadas: una especie de encaje cuyos bordados se estienden en elegantes ondas hacia la reina de esas montañas.

Siguiendo siempre el mismo rumbo con la proa al norte, llegamos a un inmenso peñon que se avanza sobre las aguas, retratándose en ellas; tan inclinado