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ESPLORACION.

Continuando por la llanura, se encuentra a cada paso enormes masas porfíricas, desprendidas de las altas cumbres, muchas de las cuales, sobretodo una que nos detuvimos para admirar, parece que la naturaleza o algún jenio jugueton se ha divertido en colocarlas por do quiera de la manera mas fantástica. La que llamó nuestra atencion no tendria ménos de unos ocho metros de alto i estaba asentada sobre otra roca plana como una tabla por un estremo tan agudo que el menor soplo de la brisa hubiérase creido la botara. Al acercarnos para sacar un trozo temiamos se nos viniera encima.

Los cerros que cierran esa llanura alternan en rocas porfíricas estratificadas i de todos colores i formas sienitas, i en algunos puntos i a sus faldas conglomerados de la composicion mas varia.

Pasamos el Manzanito, otro tributario del Maipo, i nos encontramos en una altiplanicie formada por un banco aluvial i de algunos quilómetros de estension, flanqueado por el Manzanito i el Yeso, que en algunos puntos apenas si corren separados medio quilómetro, arrastrando lentamente la lengua de tierra i cascajo que los desune.

Trechos hai en que el lecho de estos rios es tan angosto que podria detenerse su curso con una compuerta; pero también hai otros donde se estienden dejando a sus orillas hermosos prados en los que crece un pasto tierno i lozano, que por desgracia se pierde, pues impiden llegar hasta ellos los barrancos que costean los caminos i que, a mas de ser profundos, son cortados mas que a pico. Uno de estos pra-