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ESPLORACION.

Nos encontrábamos en San Gabriel i a donde debíamos subir era el establecimiento de San Pedro Adulfo, de propiedad del señor Lapostol.

Guiados por la rojiza luz de la hoguera, trepamos, o mas bien treparon nuestros caballos la empinada 1 estrecha senda que conducia al deseado alojamiento.

Al resplandor de la fogata pudimos distinguir un edificio de moderna construccion, algunos hornos de fundicion i un estenso i hermoso patio. Tan luego como entramos salieron a recibirnos los compañeros que nos hablan precedido en la llegada. Bajámosnos i entregamos a los mozos los fatigados caballos; entramos en seguida a las habitaciones, donde hallamos pronto para unirse a la comitiva al señor don Ramon Guerrero, veterano conocedor de esas cerranías, i que fué para nosotros un escelente compañero de viaje, tanto por su amistosa cordialidad como por la buena voluntad que desplegaba, siempre que se le hacia alguna pregunta referente a esas localidades, desconocidas para mas de un viajero.

Eran las siete treinta i cinco minutos de la noche, i habíamos recorrido veintiocho quilómetros, no siete como equivocadamente marca la carta topográfica levantada por órden del gobierno.

Algunos minutos despues nos encontrábamos reunidos alrededor de una mesa, agradablemente acariciado nuestro olfato por ciertos vapores que partían de la cocina. En ménos de quince minutos nos prepararon una buena cena que confortó nuestros desfallecidos estómagos. Es inimajinable cómo se desarrolla