grata emocion i a la vez que aplaudían tanto entusiasmo, admiraban tanta belleza, tanta juventud, tanta galantería.
Nuestro cortés jefe acercóse a ellas i manifestóles la agradable sorpresa que su presencia, llenando de encantos esos agrestes sitios, nos causaba, nuestra admiracion por su arrojo i sus agradecimientos por haber asistido al magnífico recibimiento que los activos trabajadores de la faena de Tinoco le habian preparado.
De pronto sintióse una detonacion inmensa, que, repercutida de quebrada en quebrada, de roca en roca, produjo un ruido atronador, pareciendo iban a desprenderse de su base las imponentes moles que nos rodeaban; oscurecióse el espacio, una lluvia de piedras cayó a veinte metros distante de nosotros, i segundos despues rodaba hasta el sendero un enorme peñasco que lo interceptaba completamente. Era el saludo con que la faena recibia al intendente, saludo espresado con un tiro de cuarenta quintales de pólvora i que era como un corolario del arco.
Los caballos se espantaron al aturdidor estruendo, por un momento temimos sucediera alguna desgracia a las valientes amazonas. Felizmente, todo no pasó mas allá del estruendo i del temor.
Momentos despues, ocho robustos mineros, aunando sus hercúleas fuerzas, hacian rodar al abismo el peñasco que cayó al camino.
Despedímosnos de las heroinas de Tinoco, llevando quizá mas de uno algún grato recuerdo que le acompañó en el viaje.