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V

En cuanto al segundo punto de mira bajo el cual debemos contemplar la esploracion de las lagunas, si bien ofrece un interes secundario respecto del que acabamos de tratar, no es ménos digno de un estudio especial, porque en el caso de que aquellas no pudieran suministrar a nuestra agricultura una provision de agua de regadío mas o ménos abundante, pero permanente, ¿no seria posible emprender obras secundarias, de ménos costo i que aseguren a los campos i aun a las ciudades un depósito estraordinario de agua del que se echaria mano en épocas calamitosas que desgraciadamente no han faltado entre nosotros?

De suerte que si del reconocimiento de la Laguna Negra resultase que no era posible vaciar una parte de sus aguas en cada verano para conducirlas a nuestras llanuras por el Maipo, la comision deberia hacerse cargo de la posibilidad de ejecutar obras de un costo relativamente bajo, que permitieran sangrar ese lago o el del Encañado en épocas anormales, a fin de evitar una pública calamidad como la que estuvo a punto de tener lugar en 1863.

Tenemos para nosotros que si en los años venideros ha de continuar desarrollándose el agotamiento progresivo del surtimiento de lluvias del pais que ha tenido lugar en los treinta últimos, nuestras corelilleras, i en jeneral todos los parajes que dan oríjen a nuestros ríos, han de ir convirtiéndose, por medio