La India se cubre de colosales represas, i aun en el Perú, se vuelve ahora los ojos a las famosas obras hidráulicas de los Incas, inmortalizadas en el canal de Cajamarca i en las represas de Otoca.
Ese es, entre tanto, un procedimiento completamente natural, i se puede decir inevitable.
Donde los rios no bastan al sustento de la tierra, es preciso crear rios artificiales.
Donde las lluvias no alcanzan a llenar sus fecundantes menesteres en la época de las irrigaciones, forzoso es almacenarlas con laboriosa cautela para servirse de ellas en la hora de la premiosa necesidad.
I tan es así, que en pequeña escala el sistema de las represas comienza a estenderse como una red hidráulica en las haciendas de secano, cultivadas por agricultores intelijentes o afortunados. Las represas de Catapilco, de la Viñita, de la Viña del Mar ya ejecutadas, la de las Vacas i la de Longotoma en via de realización i muchas otras en menor escala son la prueba mas evidente de la existencia de esa "necesidad pública" a que aludíamos en las primeras líneas de esta introduccion.